viernes, 20 de mayo de 2022

ANO(THE)R BATMAN

De la mano de Matt Reeves nos llega este reboot del gran (anti)héroe de la editorial DC, Batman. Reeves es uno de esos tipos listos que escribe, dirige y hasta produce sus obras. Amiguete del gran J.J. Abrahams, juntos crearon aquella serie de gran éxito que fue Felicity, o películas como Cloverfield, un found footage gamberrete con alienígenas gigantescos destrozando Nueva York. Reeves también, ha sido capaz de "plagiar" la genial película sueca Déjame Entrar, que imagino debe ser tan correcta como innecesaria, porque como es costumbre, intento evitar los remakes que no aportan nada nuevo y se limitan a americanizar los títulos originales (Michael Haneke, tú estás perdonado).

Lo que está claro es que Reeves sabe de cine y no le asusta recoger y revitalizar los restos de una franquicia agotada como El Planeta de los Simios o atreverse a mirar a la cara a Christopher Nolan y decirle "voy a hacer un Batman mejor que el tuyo". Pues si lo ha pensado... se ha pasado de frenada. No, no es mejor que los largos de Nolan. Evidentemente tampoco es mejor que las películas de Tim Burton y se aleja de éstas en el tono. Si Burton dibujó un Batman oscuro y tenebroso pero con un estilo cercano al cómic y con pinceladas de humor negro, Reeves lo ha hundido en la miseria y lo ha bañado todo con una pátina gris, melancólica y depresiva que a veces genera tal pesadumbre que cuesta tragar.

Este nuevo Batman tiene muchas cosas buenas y alguna mala. Empecemos por las interpretaciones. Me gusta Robert Pattinson, me gusta mucho. Incluso a veces más que Christian Bale (perdóname señor porque no sé lo que digo...). Muchos han criticado su inexpresividad cuando interpreta a Bruce Wayne pero yo creo que le da el carácter que se pretende. Un tipo triste, apagado, que no encuentra su lugar en una ciudad acostumbrada a vivir de las donaciones que su filantrópica familia ha ofrecido durante años. Un tipo que lleva en la mochila el peso de su apellido y que no sabe qué hacer con él como le recuerda en un momento concreto de la película la aspirante a alcaldesa. Este Bruce Wayne sigue de duelo por la pérdida de sus padres, hundido en la solitud de su tan grande como lúgubre mansión, maltrata a su abnegado mayordomo con frase dañinas como ese "no eres mi padre" o como cuando le recuerda que no es un Wayne en la secuencia de los gemelos. Aparenta suciedad, desaliño, incomodidad en definitiva con el personaje que ha de interpretar. Por eso ha decidido esconderse bajo una máscara y dejar de contener a su yo real, tal y como se reconoce en la parte final de la película con la genial conversación que mantiene con Paul Dano. Es un Bruce Wayne que encierra con candado su pasado para huir del dolor que le provoca. Un ser siempre envuelto por una nube de amargura y protegido bajo una coraza para no lucir su evidente fragilidad. Un Bruce Wayne que llora lágrimas negras cuando desenfunda su traje de Batman.

Como Batman, mejora a Bale, insisto. Le aporta un porte más físico, más contundente, oscuro, dramático, sudoroso. Un Batman mimetizado con una ciudad de Gotham tan rancia, sórdida y gris que resulta agobiante. Pattinson es un actor que desde El Faro de Robert "Overrated" Eggers y Tenet, me tiene enamorado y que nos ha dejado un Batman para la posteridad.

El resto del elenco merece su mención porque todos compiten en pantalla por su parcela y las defienden a la perfección pero por no enrollarme demasiado... Zoë Kravitz es una fantástica Catwoman, Paul Dano clava a un Enigma enfermizo y terrorífico sociópata. Jeffrey Wright es un buen comisario Gordon, aunque no mejor que Gary Oldman. John Turturro, Colin Farrell (irreconocible en su interpretación del Pingüino)... hasta la introductoria y testimonial aparición de Barry Keoghan como Joker es mencionable. Un enorme cast dirigido con maestría.

Entrando en la realización y puesta en escena, cabe separar la parte técnica del guion porque es donde la película encuentra sus flaquezas. Técnicamente es magistral. Reeves y su director de fotografía, Greig Fraser, responsable entre otras de la iluminación de la revisión del Dune de Villenueve (con Oscar incluido), han logrado generar una atmósfera asfixiante. Han creado una ciudad donde no sale el sol, donde la basura se amontona por doquier y la lluvia en vez de limpiar el ambiente, parece que lo contamina como si de ácido se tratara. Muchos han comparado la ambientación a la de Seven y realmente se asemeja a aquella ciudad ficticia donde nunca deja de llover hasta el desenlace final. Aquí, en cambio, llueve incesantemente durante toda la película y el agua es siempre protagonista. Personalmente también me recuerda a Los Ángeles de Blade Runner pero sin los carteles de neón, claro. Los juegos de luces (brutal la secuencia de pelea iluminada con ráfagas de metralleta), el magistral uso de la profundidad de campo o el ritmo sostenido y pausado de la narrativa, son los elementos claves de la puesta en escena. La película transcurre a una velocidad sosegada que empasta con el tono lánguido de la atmósfera y le da coherencia al conjunto. Una maravillosa construcción de un nuevo universo para que nuestro querido hombre murciélago campe a sus anchas.

Este Batman en general y Gotham en particular se ambientan en una era analógica, sin gadgets, sin excesos tecnológicos. Batman planea sobre las calles con un sencillo traje de hombre-pájaro, patrulla las calles con vehículos que rugen con motores de explosión mientras queman gasolina contaminante. Pelea con sus puños enfundado en un traje antibalas y unas pesadas botas que hacen temblar el suelo a su paso. Es un Batman siglo XX que automáticamente le da un cariz clásico y realista al decorado que funciona de maravilla.

Dos cosas más complementan la construcción de la atmósfera. La voz en off que nos narra los pensamientos de un Batman atormentado, muy comedidos y colocados estratégicamente a lo largo del metraje, y la música, destacando la presencia de Something in the Way de Nirvana que destila el omnipresente tono depresivo de la película. No había mejor banda ni mejor canción para ser protagonista.

En Pattinson y el elenco en general, en la ambientación y la atmósfera tiene este Batman sus puntos fuertes. Sus puntos débiles, aunque estoy bastante solo en esta idea, son el guion y la duración. El guion porque a pesar de ser sólido, no destaca sobremanera debido a su simplicidad y linealidad. El juego detectivesco que nos presenta Enigma no alcanza el nivel que se espera. Quizás tenía demasiadas expectativas o esperaba una trama más intrincada, al estilo John Doe (siguiendo con la comparación con Seven) o a las versiones de Guy Ritchie de Sherlock Holmes. Un personaje como Enigma merecía una trama más retorcida y no tan unidireccional. Ni siquiera el giro que involucra a la familia Wayne en la entramada corruptela despierta sorpresa. Todo va discurriendo en línea recta sin sobresaltos. Hay varias escenas estiradas y repetitivas (las visitas al orfanato, las incursiones en el club de Falcone..) pero quizás la parte que hace destrempar definitivamente y estropea el conjunto como la sacarina en el café, es el chapucero final. Toda la orquestada sinfonía que compone Enigma durante la película se cae con la aparición de una banda de aficionados anarquistas a quien se les confía el clímax y cierre de tan laborioso plan. Un desastre. Desconecté absolutamente de la película y salí del estado inmersivo en el que estaba sumergido.

Es entonces cuando tomé consciencia de las casi tres horas de duración del film y de como llega a su final con las fuerzas justas y casi sin aliento. La historia pedía a gritos un tercer acto explosivo. Abandonar el ritmo suave y acompasado que llevaba e inyectarse esa droga verde que se mete Batman en la pierna para darle un subidón final. Se queda tan corto y es tan torpe que deja una sensación de desengaño alarmante. Tanto tiempo para construir la historia y tan mal resuelta.

En este Batman destaca la forma sobre el fondo y lo hace de forma magistral. Es una joya cinematográfica que narra una historia facilona de sobornos, corrupción, venganza y poderes en la sombra y que se desmorona con un final atropellado, efectista e incluso melodramático con la separación forzosa de Batman y Catwoman.

Tendremos secuela seguro. La reconstrucción de este nuevo Batman y la creación de esta nueva Gotham se merecen un nuevo Joker. Y por el camino seguiremos debatiendo si queremos más a papá Nolan o a mamá Burton porque a Reeves de momento, sólo le alcanza para ser el hijo pródigo. 

Que no es poco.

7/10