lunes, 23 de enero de 2023

PUÑALES DE CRISTAL

Por fin la tenemos aquí. Como un regalo de Navidad llega Glass Onion, la tan esperada secuela de Puñales Por La Espalda. Producida por Netflix, repitiendo la fórmula y dándole control total a Rian Johnson que de nuevo dirige y escribe la cinta en el género que mejor domina y más le gusta. Ese thriller con tintes cómicos cercanos al slapstick y bañado en negro para ironizar sobre lo que le da la gana sin ponerse demasiado intensito. Si en la primera Puñales (por abreviar) tocaba la endogamia de la supremacía blanca americana y la xenofobia, aquí despelleja a esos nuevos ídolos del postureo y de la transgresión impostada. Influencers, genios tecnológicos endiosados, startuperos... Johnson sabe aligerar el tono para no tener que adoctrinarnos ni soltar moralinas. Se toma la distancia suficiente y necesaria para que sea el espectador el que haga su lectura si le apetece y eso, yo al menos, lo agradezco.

Antes de empezar, el primer problema que tiene esta película es la inevitable comparativa con su predecesora y lamentablemente en esa pelea, Glass Onion sucumbe estrepitosamente como toda segunda parte que se precie. En conjunto, Glass Onion es una muy buena película y la situaría sin duda en mi Top 20 de este 2022 pero ni alcanza la grandeza de la primera entrega, ni está tan bien resuelta, ni mejora las actuaciones del elenco, ni nada de nada. Así que empezamos aquí el análisis para poder acabar diciendo con rotundidad y sin sonar a tópico que "la primera era mejor".

Arranca la película directamente con la presentación de los personajes recibiendo una caja misteriosa que esconde una invitación del gurú Miles Bron para acudir a su ostentosa mansión y resolver el enigma de su asesinato. Tablero de Cluedo dispuesto y jugadores presentados para dejar claro desde el principio qué vamos a ver. Ojo porque ni es ni quiere ser una continuación de Puñales Por La Espalda, de hecho, casi se podría cambiar el orden de las cintas sin alterar la cronología. Es otra aventura del detective Benoit Blanc desentrañando el misterio del crimen de turno. Nada más y nada menos. 

Empezando por los personajes, esos disruptores, siento que no acaban de empastar, que no son capaces de generar la atmósfera que rodeaba a la familia Thrombey en la primera entrega de la saga. Quizás por la heterogeneidad del grupo o por la poca química que hay en casi todas las relaciones pero el caso es que no cuaja la idea de que esa tribu puedan ser amigos íntimos durante tanto tiempo. 
Además, la primera entrega tenía el componente del parentesco y las miserias típicas de cada familia saliendo a flote poco a poco y salpicando mierda como un ventilador. Este grupo, en cambio, es tan dispar que no convence. Una aspirante a gobernadora, una supermodelo con secretaria, un excesivo tiktoker... todo demasiado raro, demasiado forzado y sobre todo, poco creíble.

El escenario tampoco resulta el más adecuado. Cambiar el gótico y rústico escenario de madera de la mansión Thrombey por una isla con el omnipresente cristal como gran protagonista, no me funciona igual. El decorado de Puñales Por La Espalda tiene el aroma a clásico, a La Soga, a Agatha Christie, al Cluedo que antes nombraba. Esta Onion Glass en cambio abre demasiado el campo y no consigue generar el clima de enclaustramiento tan necesario en este género. 

En lo que destaca la película, como es costumbre en los títulos de Rian Johnson, es en su concepción y narrativa visual. Como juega con los puntos de vista, como va construyendo esa telaraña de diferentes versiones mostrando u ocultando los elementos que considera para jugar con el espectador y hacerlo partícipe del misterio.

Johnson, hábil y tramposamente, deja miguitas de pan, esconde las evidencias (esa alergia a la piña) y muestra falsas pistas para confundir a la audiencia. Como gran pega en este apartado encuentro la torpeza de ser demasiado explícito al mostrar la clave del misterio: el intercambio de los vasos. Quizás para distraer o quizás para ser coherente y justo con el público, el caso es que ese momento lo muestra tal cual, con un plano general donde los espectadores más avispados descubrirán el truco.


Escribiendo el guion en cambio, Johnson no está tan sobresaliente y quizás en esta ocasión peca de omnipotente. Quizás en parte por la presión de Netflix en hacer esta segunda entrega (y una tercera que se viene) con además, una pandemia de por medio. Parece que el guion ha sufrido las consecuencias del confinamiento y se le nota algo frío y sin alma. Quiere sorprender y acaba resultando demasiado ambicioso y a veces, hasta pretencioso. Es una gran secuela y respeta la continuidad de la primera entrega sin referenciarla en ningún momento, pero le falta empaque y robustez para estar al nivel de su predecesora.

Hay inconsistencias de guion, de nuevo, tramposas. Por qué Miles Bron tendría preparadas habitaciones, pulseras, vasos personalizados y vacunas para Andi y Benoit, si no esperaba recibir a ninguno de los dos? Por otro lado, es poco creíble y precipitado que Miles pudiera idear el asesinato de su colega Duke con zumo de piña justo después de que éste recibiera en su móvil la noticia de la muerte de Andi... y que acto seguido se apagaran las luces a las diez en punto... Parece un plan muy elaborado y maquiavélico para ser improvisado por alguien tan cándido y bobo como Miles. Hay momentos que no ocurren delante de Benoite Blanc y sin embargo los usa en su deducción... Duke es alérgico a la piña, hasta el punto de provocarle la muerte, pero no lleva una inyección de epinefrina encima, eso sí, la pistola siempre colgada (guiño guiño). En definitiva, varios pequeños agujeros que restan mucha solidez a la historia.

Pasando a otra de las grandes virtudes de esta película, las interpretaciones del elenco, Edward Norton, como es costumbre, está de diez. Si no fuera un despreciable ser humano sería el actor que toda película querría tener. Convence como un excéntrico genio a lo Elon Musk y se le nota esa capa de palurdo necesaria para darle la consistencia al personaje que exige el guion. Es un monstruo en pantalla y se come a todo el que se enfrenta. Mejora incluso cuando se ve por segunda vez con las cartas desveladas. Los errores que comete al hablar intentando ser pedante, lo irresponsable de sus decisiones empresariales, incluso falla al intentar meter una bola de billar. Las miguitas que va tirando Rian Johnson para enseñar la verdad sin resultar evidente. 

Ese juego se le da de miedo al director. Le gusta el género, disfruta rodando, se recrea como un gamberrete que quiere jugar con la audiencia y conducirla por donde quiere.  Ya lo vimos con su excelente ópera prima, Brick y con esta saga y una dirección mucho más madura, hace un trabajo de dirección brillante. Además traslada esa forma de disfrutar del relato a un Daniel Craig que se lo pasa teta resolviendo crímenes aunque se pasa de frenada y acaba siendo una caricatura de su personaje.

Siguiendo con Daniel Craig, su interpretación es también destacable pero pierde enteros por esa excesiva pompa que le da al personaje que estaba mucho más contenido en la primera película. Aquí se ha desatado y entiendo que quiera alejarse de James Bond pero coño, se ha ido al lado opuesto. 


En cambio, Janelle Monáe en su "doble" papel de heroína en busca de vendetta, no aguanta el tipo y parece demasiado cohibida en alguna escena coral con el resto del reparto. Se hace pequeña y pierde la presencia y aplomo que su personaje necesita. Mejora en momentos más íntimos como cuando está a solas con Craig diseñando el plan pero no, no es Ana de Armas ni de lejos.

En el resto de actuaciones hay de todo pero en general, bastante flojitas. La más destacable es la actuación de Kate Hudson, espectacular en su desempeño del papel de modelo idiota y pija brillando con una luz especial. Dave Bautista se queda a la sombre de Drax y el resto del reparto pasa sin pena ni gloria por escena. Cuenta también con la presencia testimonial de Ethan Hawke que aparece para frivolizar con la vacuna del Covid y desaparece sin más al igual que Hugh Grant como "compañero" de piso de Craig. Cameos muy innecesarios.

Y algo que resulta bastante pegotero es la aparición del fumeta en proceso de rehabilitación. Quiere ser un alivio cómico pero la película ya se acerca muchas veces al gag y no lo necesita. Rompe con la intimidad del grupo y la atmósfera que los envuelve. De nuevo, innecesario.

La planificación y ejecución técnica del rodaje, sin ser mala, tampoco destaca. Mantiene el estilo de la primera, que ya la sitúa a un nivel elevado, pero también se ven secuencias rodadas de forma bastante precipitada, planos mal ejecutados o simplemente fuera de lugar. Sabemos que Johnson no es un portento de la técnica y rueda sencillo, sin destacar, así que cuando le da por hacer algún malabarismo visual se le notan las lagunas.

Además, el Covid está demasiado presente tanto en la propia película como en su confección. Un cast muy cortito, pocas localizaciones y la mayoría aisladas (una isla, la casa de Andi...), presencia absoluta de la pandemia en el guion... se le ha dado un protagonismo al momento que ancla la película a una época en vez de hacerla atemporal como la primera parte. Veremos cómo resiste al paso del tiempo.


Después de un segundo visionado y ya con el misterio resuelto, la película es mucho más gustosa y se disfruta de los detalles, aunque también se le ven más las costuras, y las carencias del guion y puesta en escena se hacen más evidentes.
Lo que me parece imperdonable y es un recurso llamativamente barato es convertir tan descaradamente a Benoit Blanc en Sherlock Holmes y ponerle su sombrero en el plano final de la película. Roza el insulto.

Da la sensación de que la película sea un ñordón épico y nada más lejos. Es una gran película, entretenidísima, con un ritmo brutal y con grandes secuencias como el giro a media película cuando se resuelve el falso asesinato de Miles, y one more time, con esa maravillosa actuación de Norton. La historia no pierde el tiempo, no se enreda, empieza sin titubeos y va cogiendo velocidad sin perder nunca fuelle. Va quitando capas de esa gran cebolla, metiéndote poco a poco en la historia hasta hacerlo saltar todo por los aires y bajar el telón dejando una sensación de satisfacción en el espectador. Contento y complacido con lo que ha visto.

Sí, la primera era mejor, pero ésta es muy buena.

7/10