El 2008 ha sido un año fructífero para Clint Eastwood con 2 películas más en su currículum. La primera, El Intercambio, diseñada para competir por los Oscars y que tuvo que conformarse con un grandísimo rosco. La segunda, Gran Torino, su adiós delante de las cámaras.
Y es una lástima que tengamos que despedirnos de la interpretación de "el Jefe" Eastwood, con esta autoparodia del que fuera uno de los grandes iconos de ficción de los 70, Harry Callahan. Para algunos el Fuerte y para otros el Ejecutor pero sobretodo y para todos, el Sucio.
A pesar de que el mismo Eastwood se haya cansado de desmentir que el film trate sobre la jubilación de Mr. Callahan, al visionar Gran Torino no podemos dejar de imaginar, que quien se encuentra en su porche bebiendo cerveza y limpiando su rifle, junto a ese perro que parece ser el único ser vivo que le soporta (y a quien soporta), no es Walt Kowalsky sino el cabrón de Harry buscando algo o alguien que pudiera "alegrarle el día".
Leía, a propósito del estreno en España de Gran Torino, una entrevista donde le preguntaban al Jefe si había querido resucitar a Harry Callahan para darle al personaje un final cinematográfico, pero Clint insistía en su negativa, a la vez que justificaba su omnipresencia interpretativa en la película, argumentando que era un papel que le apetecía mucho explorar...
Pues no me lo creo. ¿Por qué volver a interpretar un papel que ya había hecho en numerosas ocasiones? ¿Qué matices podría encontrar en Walt Kowalsky que no hubiera explotado ya en "Por un puñado de dólares" o en la trilogía de Harry?
Si tuviera que dar una respuesta diría que el viejo Clint ha querido rendirse un merecido autohomenaje a través de su personaje más carismático. Estupendo, me parece una dignísima forma de cerrar su etapa interpretativa pero hombre, no nos cuente milongas señor Eastwood, que no cuela.
Ése es el primero de los problemas que tiene Gran Torino; las expectativas que se generan al creer que vamos a ver una versión revisada y ampliada de Harry Callahan. Harry el Viejo en esta ocasión.
El segundo, que a pesar de todo el ruido que se genera alrededor de cada nueva creación del Jefe, Gran Torino es un título menor en su filmografía. La ventaja con la que cuenta Clint Eastwood es que todo lo hace bien, como los grandes. Y como un grande (y con sabor a clásico) se puede permitir esos lujos y hacer una película normalita, del montón incluso.
El film es una amalgama de tópicos. Sobre la redención (divina y humana), sobre desigualdades sociales, sobre clases y razas (ni el perro se escapa), con moralina chirriante y un pseudo happy end predecible.
En definitiva, un film que si hubiera interpretado un actor desconocido, acorde por otro lado al resto del reparto, habría encajado perfectamente en la parrilla de sobremesa de cualquier cadena.
5/10
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