Aun así, decido darle una oportunidad alentado por la alta valoración que la crítica le daba a la película. Sobre el papel, apunta maneras, un elenco atiborrado de estrellas que brillaron tiempo a. Christopher Plummer, Jamie Lee Curtis, Don Johnson, Nicole Colette que ya se había ganado mi corazón desde el 6º sentido y últimamente tras Heriditary, Daniel Craig y la sorpresa de la jornada, Ana de Armas y su angelical y sensible rostro. Acabo trempando cuando veo que el director es Rian Johnson, el artífice de aquella incalificable y espléndida Brick que me dejo con el culo torcido hace ya unos 15 años.
El cóctel es explosivo así que, al ataque. Y la película empieza a cámara lenta con unos perros galopando, pero que nada tiene que ver con el ritmo que el Sr. Johnson, que además de dirigir, escribe un guión redondo, le imprime a la película.
El film se resume con la muerte del adinerado patriarca de
una familia americana acomodada en el alto nivel de vida que disfrutan gracias a la pasta que el pobre padre ha cosechado con su éxito como
escritor. Su familia, hijos, yerno, nueras y nietos son un rebaño de sanguijuelas
que viven gracias a él, a pesar de repetirse como si de una
competición de egos se tratase, que son los únicos artífices de sus respectivos
éxitos.
Lo que a priori parece una familia con el don de la providencia va
desenmascarando a unos tipejos consentidos, mal criados, egoístas y codiciosos siempre
a la sombra del omnipresente progenitor (ya sea en vida o a través de los
cuadros que adornan las paredes de la mansión una vez muerto) y que no son
capaces de hacer nada provechoso por ellos mismos. Entre ellos se cuela Ana
de Armas, la enfermera inmigrante del patriarca que es la más conectada a él
sentimentalmente. Considerada falsamente una más de la familia a pesar de que
nadie sabe de donde procede. Colombia, Brasil… extranjera, en definitiva, lo que
destila el racismo y la incultura de la blanca supremacía americana.
La planificación, con un abuso del planto corto, cortísimo, y la banda sonora, que complementa un clima de comedia negra, se suman a la receta del cóctel que, como los mojitos, parece que no, pero te ponen a tono. Nada sobra y nada falta, todo está perfectamente alineado y planificado para ir generando interés y curiosidad a medida que avanza el metraje.

El desenlace sigue los cánones de las aventuras de Agatha Cristie o Arthur Conan Doyle. El detective resuelve el caso, desenmascara al asesino a lo Scooby Doo y el espectador empieza a atar los cabos que tenía ante sí. Siempre hay un cuñado que ya sabía quien era el malo pero para los que no se lo olían o se dejan engañar como un servidor, el final no decepciona y está a la altura del resto de la película.
Ojo que hay secuela confirmada con Rian Johnson, de nuevo, firmando guión y dirigiendo el cotarro y Sherlock Craig repitiendo rol. Película redonda, afilada como un cuchillo y mordaz sin aparente pretensión de serlo. Chapeau Rian.
8/10
No hay comentarios:
Publicar un comentario