Volviendo por aquí y recuperando el tema más recurrente en este blog, el género de terror, vamos a bucear en la que hasta la fecha está siendo la película “tapada” de este verano, Háblame.
Sin hacer apenas ruido y gracias al maravilloso boca-oreja, Háblame se erige como la propuesta más interesante y refrescante del verano, dejando atrás los hypes de las grandes esperadas Oppenheimer, Indiana Jones o Misión Imposible.
Sólo cuatro datos para añadir un poco de contexto sobre la película: Ópera prima de los hermanos Danny y Michael Philippou, desconocidos en las artes cinematográficas pero consagrados youtubers. Un elenco de actores sin caché pero con muchísima presencia en pantalla y carisma. Una buena narrativa. Una excelente historia con diferentes capas bien definidas. Una perfecta duración. Todo bien.Además, leo que dos de los grandes nuevos genios del terror, Ari Aster y Jordan Peele, también han quedado loquitos con la película… y no es que yo me quiera sumar a esta corriente para ser más molón, es que la película vale sus 94 minutos en oro (aunque alguna pega le tendré que sacar). Con un presupuesto de 4,5 millones de dólares y una recaudación hasta día de hoy superior a los 50 millones, lleva camino de romper récords en los registros de la productora A24.
Y qué nos cuenta Háblame para que haya despertado tan buena acogida? Pues a priori, nada especial. Es la clásica historia de posesiones, fantasmas y sesiones de espiritismo que hemos visto hasta la saciedad... El Exorcista, nuestra querida Verónica, Expediente Warren… muchas, muchísimas, pero hay varias cosas que hacen de Háblame un título diferente:
Uno: El nuevo enfoque adaptado a las nuevas generaciones. Si el espiritismo casi siempre se ha mostrado en el cine como algo peligroso, oscuro, incluso prohibido, aquí se trata como algo lúdico, una forma de pasar noches con amigos consumiendo alcohol y drogas mientras emiten en stream la posesión del espíritu de turno. Como si de un reto viral se tratara, se turnan para contactar con espíritus, dejar voluntariamente que éstos los posean durante menos 90 segundos y reírse de las consecuencias, aparentemente inofensivas. Es chocante ver cómo reaccionan cuando ven aparecer al espíritu delante de ellos y como el resto de chavales se parten el culo. Transmite perfectamente la sensación de inmortalidad que la juventud emana, la irresponsabilidad y la despreocupación absoluta por las consecuencias. Todo muy punk, transgresor, adolescente en definitiva.
Dos: El trasfondo dramático. El nuevo cine de terror se caracteriza por dibujar tramas con personajes con un pasado enigmático y oscuro, véase Hereditary, The Lodge, Let Me Out y tantas otras, donde el tono siempre mantiene esa atmósfera de que “algo no va bien”… dándonos pistas de las capas subyacentes de los personajes que servirán de encaje en el último acto. Aquí, sin embargo, el tono es desenfadado, todo forma parte de una gran juerga que sólo a mitad del metraje se empieza a torcer dando peso y paso a los pensamientos intrusivos de la protagonista. El vacío que ha provocado el suicidio de su madre, el sentimiento de culpa sobre ella misma y sobre todo hacía su padre al que responsabiliza de la muerte de su madre. Esta última subtrama es quizás la más desdibujada, aunque tampoco es nuclear para el desarrollo. Es sobre la mitad de la película cuando todo empieza a pivotar sobre la protagonista dándole un punto de vista dramático a la historia que se mezcla con lo paranormal de forma excelente.

Tres: La estética. Me viene a la memoria la gran The Faculty de mi adorado Robert Rodriguez donde la estética de los últimos años 90 era protagonista. Si aquélla dibujaba las juventudes de la época y cómo enfrentarse a una invasión alienígena usando droga de diseño como arma, Háblame es su versión revisada y actualizada, esta vez, con fantasmas y mediante una mano muerta que conecta con el limbo. La película tiene una potencia visual impactante. La mano que sirve de cable con el más allá es tan icónica que ha hecho olvidar a las obsoletas tablas de ouija y los pentagramas. Quizás eché en falta más profundidad sobre el origen de la mano y como ha ido viajando de mano en mano (guiño) hasta la actualidad. Puede que los directores se hayan reservado esa línea argumental para la confirmada segunda parte de la película. O puede que realmente no quieran que le demos importancia como espectadores tal y como hacen los protagonistas del film. No es fundamental saber los entresijos de la historia de la mano embalsamada, lo realmente importante es que está ahí, que funciona y que su poseedor será trending topic.
Cuatro: El final. Es poco habitual ver películas que acaban mal. El espectador siempre espera que el desenlace salve al protagonista y devuelva todo a su estado inicial. Hay honrosas excepciones como la eterna La Semilla del Diablo, Hereditary que antes nombraba o Verónica, pero no es lo esperado. Por eso, cuando una película como ésta acaba con la muerte de la protagonista (spoiler gratuito… de nada) después de todo el sufrimiento que ha soportado, todavía queda una sensación más agria en el espectador. Un incómodo desenlace aunque armonice con el desarrollo. No hay convencionalismos en Háblame y mucho menos en su final.
Por lo demás, técnicamente no es un portento, pero deja destellos de mucha calidad y buen gusto. Conversaciones fuera de plano, un montaje muy dinámico y una puesta en escena sobria pero efectiva con pocos escenarios y localizaciones pero muy bien diseñados. Recuerdo la secuencia final con nuestra protagonista corriendo por el pasillo de un hospital persiguiendo a su padre. Magistralmente rodada.
En definitiva, habrá que seguir de cerca a los hermanos Philippou porque si son capaces de hacer una película tan redonda en su primera puesta de largo, miedo me da lo que pueden ser capaces de hacer con un poquito más de experiencia en el medio. De momento nos dejan esta joya de terror adolescente versión Generación Z. Una radiografía del comportamiento y filosofía del colectivo adolescente actual tan irresponsablemente temerario.
O quizás haya sido así siempre y lo único que pasa es que nos hacemos viejos.
7/10
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